miércoles, 4 de diciembre de 2013

Antón Chejov

Si el alma fuera un reloj, Chéjov sería el relojero. Alguien que conoce perfectamente sus entrañas y que sabe cómo es cada una de sus piezas y cómo funcionan sus engranajes. Lo que hizo a lo largo de su vida fue estar metido dentro, contando lo que ocurre, cómo opera ese mecanismo y qué sucede con esas criaturas condenadas un día a morir y que, mientras tanto, se afanan en ir llenando el hueco de las horas.Páginas de Espuma, con edición de Paul Viejo, se ha embarcado ahora en publicar en cuatro volúmenes, de unas 1.200 páginas cada uno, sus cuentos completos. El primero está a punto de llegar a las librerías: reúne 240 piezas de su primera época.

Chéjov nació en Taganrog, el puerto principal del Mar de Azov. Era el tercero de seis hermanos. Su padre, Pável Yegórovich Chéjov, director del coro de la parroquia y devoto cristiano ortodoxo, les impartió una disciplina estricta y muy religiosa, que a veces adquiría rasgos despóticos. Ese es uno de los motivos por los que Chéjov siempre fue un amante de la libertad y de la independencia.10 La madre de Chéjov, Yevguéniya, era una gran cuentacuentos,11 y entretenía a sus hijos con historias de sus viajes junto a su padre (un comerciante de telas) por toda Rusia.
El padre de Chéjov empezó a tener serias dificultades económicas en 1875; su negocio quebró y se vio forzado a escapar a Moscú para evitar que lo encarcelaran. Hasta que no finalizó sus estudios de bachillerato en 1879, Antón no se reunió con su familia. Comenzó a estudiar Medicina en la Universidad de Moscú.
En un intento de ayudar a su familia, Chéjov comenzó a escribir relatos humorísticos cortos y caricaturas de la vida en Rusia bajo el pseudónimo de “Antosha Chejonté”. Se desconoce cuántas historias escribió Chéjov durante este periodo, pero se sabe que se ganó con rapidez fama de buen cronista de la vida rusa.
Chéjov se hizo médico en 1884 pero siguió escribiendo para diferentes semanarios. En 1885comenzó a colaborar con la Peterbúrgskaya gazeta con artículos más elaborados que los que había redactado hasta entonces. En diciembre de ese mismo año, fue invitado a colaborar en uno de los periódicos más respetados de San Petersburgo, el Nóvoye Vremia (Tiempo Nuevo). En 1886 Chéjov se había convertido ya en un escritor de renombre. Ese mismo año publicó su primer libro de relatos,Cuentos de Melpómene; al año siguiente ganó el Premio Pushkin gracias a la colección de relatos cortos Al anochecer.
En 1887 a causa de una debilitación de su salud (primeros síntomas de la tuberculosis que acabaría con su vida) Chéjov viajó hasta Ucrania. A su regreso se estrenó su obra La Gaviota, un éxito que interpretó la compañía del Teatro de Arte de Moscú, tras una primera interpretación absolutamente desastrosa en el estatal (imperial) Teatro Alexandrinski de San Petersburgo un año antes. El éxito que cosechó fue debido en gran medida a la compañía del Teatro de Arte de Moscú, anteriormente citada, que dirigida por Konstantín Stanislavskihabía visto la necesidad de crear un nuevo medio artístico basado en la naturalidad del actor para expresar de manera adecuada las tribulaciones y los sentimientos de los personajes de Chéjov.
Antón Pávlovich escribió tres obras más para esta compañía: Tío Vania (1897), Las Tres Hermanas (1901) y El Jardín de los Cerezos (1904), todas ellas de gran éxito. En 1901 contrajo matrimonio con Olga Leonárdovna Knipper, una actriz que había actuado en sus obras.
 Aparte de su faceta como autor teatral, Chéjov destacó como autor de relatos, creando unos personajes atribulados por sus propios sentimientos que constituyen una de las más acertadas descripciones del abanico de variopintas personas de la Rusia zarista de finales del siglo XIX y principios del XX. Destacar el relato Campesinos de 1897, el inquietante La sala nº 6 de 1892 y el apasionado La dama del perrito publicado en 1899, que surgió como contraposición a Anna Karénina de Tolstói, ya que el propio autor afirmó que "no deseo mostrar una convención social, sino mostrar a unos seres humanos que aman, lloran, piensan y ríen. No podía censurarlos por un acto de amor."

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